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elamorylamierda

OchO

Hay pocos libros que lleguen al alma. En aquella época, fueron DOLOR y también Siddharta, de Herman Hesse. Gracias a este último, permanecí tres días flotando: creía haber encontrado la vía que me devolvería al río de la vida, fluyendo sobre sus aguas como un floreciente Buda. Pero eso no ocurrió... A pesar de lo hermoso que era el símbolo Om en la portada amarilla.

Volví a caer en el infierno.

Escribí un relato sobre alguien (ego) que buscaba a un sabio Lucifer exiliado en un glaciar. Ese alguien provenía de Bilbilis, la ciudad de los mercaderes de almas, y en el bazar, un niño ciego le guíaba hasta las cumbres nevadas. Allí (ego) tenía la osadía de reprochar a Satán el haber abandonado a los humanos y le exigía que encabezara una nueva revolución moral. Era una trama simple, influenciada por los simbolistas franceses. Se titulaba, Senda. Y se lo dediqué, con todo el cariño, al poeta muerto.

Así fue como en mi mente simbólica se produjo el inicio de esta hermosa amistad...que pagaré con creces el resto de mis días...hasta la próxima vida, cuando me vuelva a reencarnar para buscarla a ella ¡la gran transmigración! ¡la metempsícosis...! pero no adelantemos acontecimientos, comisario. ¿Me daría un trago de absenta?

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